17. Schubert, el Erlkönig y la muerte

 Saludos,

En la presente entrada traigo uno de los lieder famosos de Franz Schubert, el Erlkönig

El compositor romántico muestra mediante el presente Lied (canción en alemán), inspirado a su vez en un poema homónimo de Johann Wolfgang von Goethe, la figura de la muerte vista desde la perspectiva romántica de lo fantástico y esotérico. Del mismo modo describe el mundo que rodea al propio Schubert, entendiendo la muerte como liberación el elemento central de su obra. 

El poema, contándolo de manera resumida, relata la historia de un padre llevando a galope a su hijo enfermo al poblado más cercano. Durante el trayecto, el hijo experimenta la aparición del Erlkönig (traducido al español como el Rey de los Alisos o Rey de los Elfos en otras traducciones) que intenta seducir y persuadir al muchacho para que se vaya con él. El niño, asustado, relata todo lo que ve a su padre, quién intenta tranquilizarle alegando que no es más que producto de su imaginación lo que ve. Más adelante, cuando el Erlkönig no tolera más la espera que le hace hacer el muchacho, actúa de manera violenta, llevándose consigo su vida. 



En la composición, Schubert hace uso de modulaciones armónicas y diferentes usos de la melodía para describir a la perfección la acción. Del mismo modo, el empleo de las notas repetidas durante toda la obra recrea el galope del caballo. 

En la interpretación que he elegido, a mi gusto la más brillante, se muestra a la perfección el papel de cada personaje: narrador, padre, hijo y Erlkönig.


Letra traducida:

¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?

Un padre con su hijo, lo lleva seguro y caliente, 

al resguardo de su regazo fiel.


- Hijo mío ¿por qué escondes tu asustado rostro?

- ¿Es el rey de los elfos, oh padre, tú no lo ves?

- ¿El rey de los elfos con su corona y manto?

¡Son alucinaciones hijo, que la niebla te hace ver!


¡Oh lindo niño, anda, ven conmigo!

Verás que juegos alegres te enseñaré.

¡Y qué flores tan extrañas florecen en mi orilla,

con las que mi madre hace dorados ramilletes!


- Padre mío, padre mío, ¿no oyes tú las promesas

con las que el rey de los elfos pretende atraerme?

- No hagas caso, hijo mío es la fronda seca del árido

bosque, agitada por el cierzo.


- Lindo niño, ¿no quieres venir a mi palacio?

Te aguardan mis hermosas hijas en la entrada.

Cada una, en la noche, arrullará tu sueño.

y sabrán entretejer sus danzas y cantos,


- Padre mío, padre mío, ¿no ves allá en la sombra,

resplandecer las bellas hijas del monarca?

- Hijo mío, no hagas caso, es la difusa espesura,

lo veo bien y no hay nada más.


- Niño hermoso, amo tu belleza divina;

si no vienes por las buenas, emplearé la fuerza.

- Padre mío, padre mío, ¡mira cómo me aferra!

me lastiman sus manos. ¡Defiéndeme padre!


Atemorizado el padre clava las espuelas a su caballo,

aprieta contra su pecho al lloroso niño,

por fin llega al portal de su casona.

Mira, y en sus brazos el niño está muerto.


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